A continuacion transcribo un articulo que me envió u amigo por correo electronico.Aconsejo su lectura hasta el final.Os doy su direccion para que podais ver su blog: Rafael C. Estremera.http://milibreopinion.zoomblog.com/Y nosotros pegandonos en guerras internas,sobre quien debe ser el que diriga a esa fuerza nacional que muchos estamos esperando...
LOS SÍMBOLOS A RETIRAR (Rafael C. Estremera) Opinión. <http://www.patriotas.es/LTDE/modules.php?name=News&new_topic=6> Con la puesta en marcha definitva -en ámbito parlamentario- de la llamada Ley de memoria histórica, todos los lameculos del reino han comenzado a hacer méritos a toda máquina.. Así, El País <http://www.elpais.com/articulo/espana/placa/franquista/oculta/Moncloa/elpepuesp/20071011elpepunac_7/Tes> publicaba hace unos días las referencias que deberían desaparecer de Madrid.Entre ellas indicaba -curiosamente- las calles de los hermanos García Noblejas -caído alguno en la preguerra republicana, otros en la guerra, alguno en la División Azul; otros asesinados en Paracuellos del Jarama por los esbirros de Santiago Carrillo-, y de los mártires de Paracuellos -ídem de lienzo, obviamente-, así como las calles del "General Moscardón" y de "García Escames".Lo primero, para no tener calles que recuerden a personas asesinadas, lo más lógico hubiera sido no asesinarlas. Seguro que los cientos de miles de asesinados y familiares, lo hubieran preferido. Lo segundo demuestra el grado de incultura de los periodistas de ese papelín paisano, hasta el punto de dejarse rectificar por el corrector ortográfico de la aplicación en que aporreen sus teclados.Puede admitirse que sus artilugios electrónicos no conozcan al General Moscardó, héroe del Alcázar; que no sepa que el Jefe que corrió a gorrazos a los antepasados milicianos del que machaca el teclado se llamaba García Escámez, -aunque el subconsciente les invite a estar escamados; pero eso es otra cosa-; pero en un presunto periodista, indica que ni siquiera sabe copiar de un listado. Y esos ignorantes, satisfechos de su propia necedad, son los que forman la opinión de los incultos que leen sus panfletos.Así, claro, están tan contentos los sinvergüenzas con su Memez Histérica.
Los mismos que quieren quitar -por franquista, toma castaña- los monolitos en recuerdo de Calvo Sotelo. ¿Saben ellos, acaso, que José Calvo Sotelo difícilmente pudo participar en el Alzamiento porque los guardias de asalto socialistas del cuartel de Pontejos lo habían asesinado -primero entre infinitos paseos- cinco días antes? ¿Saben que hay cientos de testimonios de periodistas y diplomáticos extranjeros, que certifican que el motivo de millares de asesinatos -sin ningún tipo de procedimiento legal- fué el de profesar la religión católica, que es el hecho que recuerdan algunas placas en ciertas -pocas- iglesias?
¿Y la calle "Comandante Franco"?. Para ser sincero, ignoro si está dedicada a Francisco, el más joven en alcanzar este empleo, o a Ramón, el héroe del Plus Ultra -junto a Rada, Durán y el asesinado Julio Ruíz de Alda-, por tal hazaña. ¿No sería curioso que en su apabullante ignorancia, los autodefinidos rojos quitarán el nombre del republicano que se sublevó en Cuatro Vientos y estuvo a punto de bombardear el Palacio de Oriente con los Reyes dentro?
¿Y la calle de los "Héroes de Baler", que el Ayuntamiento -cultérrimo, evidentemente- de Cáceres había incluído en el nomenclátor de la iconoclastia, hasta que alguien que aprendiese a leer -con los planes de estudio de los Gobiernos de Franco, claro- se dió cuenta del desaguisado? ¿O se pretendía de verdad -nada de errores- cubrir de olvido a "los ultimos de Filipinas", aquellos tíos de rayadillo que mantuvieron el honor de una España que -según el testamento de Alfonso XII- no debía tener más objetivo que mantener cerrada la entrepierna de su esposa y acurruncharse entre Sagasta y Cánovas?Y, ¿por qué se centran en los nombres de calles y en placas en recuerdo de los asesinados? ¿Por qué, si toda la legislación y las sentencias de la época de Franco son invalidadas, no empezamos a hacer listas -en serio- de lo que hay que quitar?¿Qué tal si empezamos por las tierras redistribuídas y reparceladas, para configurar explotaciones agrícolas razonablemente rentables? ¿Las devolvemos a los latifundistas? Parece lo más probable, habida cuenta de que los señoritos socialistas andaluces conceden distinciones a una de las mayores latifundistas de España, la Duquesa de Alba, mientras mandan a la policía apalear a los jornaleros <http://www.diariodesevilla.com/181652_ESN_HTML.htm> que protestan del título de Hija Predilecta para la citada dama. <http://img89.imageshack.us/img89/9320/invny3.jpg>
¿Qué tal si derribamos los edificios construídos por el Instituto Nacional de la Vivienda? Y no sólo los que -no muchos, ciertamente- todavía conservan la placa conmemorativa que a los memohistéricos les produce urticaria, sino los miles -acaso cientos de miles- de edificios que se crearon y que han borrado su orígen porque para ser agradecido hay que ser bien nacido.
¿Y si hablamos de pantanos? Porque la "manía" de Franco de inaugurar pantanos nos lleva dando de beber 30 años. Porque él, para inaugurarlos, los mandaba construir; no como los sinvergüenzas que inauguran lo que han hecho otros o -más fácil aún- quitan la placa y quieren que se olvide la fecha de construcción; así, algún despistado -y muchos cabrones- dirán que los construyó la memocracia..
¿Y si derogamos la amnistía que se concedió en 1964 -los XXV años de paz, ya ven ustedes qué dictadura feroz, que no conmemora la Victoria, sino la Paz- y en consecuencia procesamos a los criminales de guerra como Santiago Carrillo, cosa que de todas formas la democracia debía haber hecho, puesto que los crímenes contra la Humanidad no prescriben nunca. Ahí tienen el ejemplo del pobre anciano de Spandau, una prisión monumental para un sólo hombre, viejo y enfermo. Ahí tienen ustedes al juez Garzón, persiguiendo en Londres al General Pinochet. Pues ahora, a por Carrillo.Otras cosas procedentes del franquismo no se podrán desmantelar. No se podrán desmantelar los Altos Hornos de Vascongadas, los astilleros, la industria automovilística, desaparecida, vendida, malbaratada a precio de saldo para entrar en el Mercado Común que sólo quiere a España como país de servicios turísticos y poco más. Tampoco se podrá quitar de en medio el oro del Banco de España, porque ya lo han dilapidado en cualquiera sabe qué operaciones más modernas que garantizar la solvencia económica de nuestra Nación.Pero aún estamos a tiempo de acabar de destruir la Seguridad Social que creó José Antonio Girón de Velasco, falangista, desde el Gobierno de Franco. En realidad, la Seguridad Social no necesita ya mas que un pequeño empujoncito para irse al garete. Acaso el que propone el gobierno socialista, de meter en la bolsa parte de sus activos.
<http://img116.imageshack.us/img116/4772/francoyjuancarlossx9.jpg> Descendiendo a los pequeños detalles, lo primero que deberíamos borrar como huella del franquismo sería la Monarquía. Porque -tontolabas de salón aparte- el rey lo es porque lo quiso Franco. Porque lo quiso -nadie es perfecto- el único monárquico que había en España.Bien: sigamos retirando símbolos.
Retiraremos, el apellido Zapatero de la partida de nacimiento de nuestro señor Presidente del Gobierno. Le dejaremos solamente el Rodríguez de su abuelo el asesino, y le quitaremos el apellido materno y facha. Lástima que, al hacerlo así, los seiscientos asesores del Presidente tengan que idear otra publicidad porque eso del ZP dejará de tener sentido. Lo mismo habrá que hacer con el padre de la señora esposa del Presidente. Y con el de la señora Vicepresidenta, con lo que ambas -lamentablemente- dejarán de tener padre. Dejarán de ser hijas de facha, fascista, franquista, y pasarán a ser unas... pobres huerfanitas.También se quedará sin padre el autodenominado rojo Fernández Bermejo; aunque esto -su carencia de padre conocido- ya lo dabamos por hecho, desde el momento en que nos ilustró con la noticia de que había combatido contra su propio padre.Pero estos detalles son irrelevantes: todos nos conocemos ya, y sabemos lo que son estos señoritos socialistas. Sabemos lo que nos han traído: la venta de la Patria al mejor postor de votos para el trapicheo; la miseria repartida mediante ETTs o contratos basura; los sueldos míseros; la vivienda inasequible salvo para sociatas enchufados, por la especulación urbanística de los políticos untados; la desertización galopante por la falta de infraestructuras que puedan aprovechar las lluvias y encauzarlas cuando son torrenciales...Es normal que quieran borrar cualquier huella de un pasado con el que la realidad actual no resiste la comparación. Que no se sepa qué régimen hizo cientos de miles de viviendas que, a pesar del medio siglo transcurrido, siguen dando techo digno a las familias. Que no se sepa qué régimen hizo la mayoría de los pantanos existentes, o los regadíos sostenibles. Que no se sepa qué régimen cambió los caminos de cabras por las carreteras nacionales sobre las que luego -con bastante retraso- se trazaron las actuales autovías que se están desmoronando por falta de mantenimiento. Que no se sepa qué régimen creó una Seguridad Social racional y posible, lejos por igual de la beneficencia anterior y del cachondeo posterior. Que no se sepa qué régimen obligaba a remunerar dignamente el trabajo, para que un sueldo mantuviese una familia entera. Es normal que quieran hacerlo olvidar, habida cuenta de que se reconocen incapaces de igualarlo.
Pero a mi hay cosas que no me van a quitar con su Memez Histérica. No me van a quitar los 17 años que viví en paz, sin que nadie se metiera conmigo ni con nadie conocido. No me van a quitar las becas con las que estudié. No me van a quitar el recuerdo de los problemas laborales que hubo en mi familia, rápida y eficazmente resueltos por los Sindicatos Verticales, siempre a favor del trabajador y sin cobrar comisiones. No me pueden quitar la emoción con que -un día de 1977- compré y empecé a leer las Obras Completas de José Antonio, porque en mis años de primaria y bachiller nunca oí hablar de él, a pesar de lo que digan los memos de la FEN (formación del espíritu nacional, que todos llamábamos simplemente política), en la que -eso sí- estudié las básicas normas de comportamiento en sociedad, el deber de respetar los derechos de los demás; la conformación de los organos del Estado y las Leyes que me concedían unos derechos fundamentales.
No me pueden quitar el recuerdo de mi padre, combatiente nacional que terminada la guerra volvió a su oficio y las pasó canutas -como todos- gracias a los cabrones que iban suplicando sanciones a España en todas las porterías de los macarras internacionales; aquellos socialistas que vivían a cuerpo de rey con el tesoro del Vita, aquél Juan tres palos que no sabía qué hacer para sentarse sobre los españoles.No me pueden quitar la Medalla de Campaña que recibió mi padre, y a la que le sacó tan poco rendimiento, que nunca supe de su existencia hasta que -muchos años despues de su fallecimiento- encontré el diploma entre viejos papeles.No me pueden quitar la fe y la rabia con que aprendí el Cara al Sol, que nunca había cantado en el colegio ni en el instituto, ni la determinación con que compré mi primera camisa azul.
En cambio, si me pueden ustedes, memos, tontos, zopencos -con Z de zorro y de zorras- oligofrénicos -dicho sea lejos del sentido clínico del término- quitar una cosa. Me han quitado ustedes -ya- un gran peso de conciencia. Durante los ultimos años he tenido que hacer un gran esfuerzo para contener y callar lo que me estaba brotando a gritos desde lo más hondo. Ahora, gracias a ustedes, me considero liberado de las obligaciones morales que el estilo Nacionalsindicalista impone.¿Saben ustedes, rojos de mierda -el color se lo ponen ustedes, la mierda se la obsequio yo-, lo que consiguen con su revanchismo torpe, como pataleta de niño malcriado, de tonto egocéntrico que ignora cuanto no pase por su ombligo? Pues consiguen -han conseguido- que los que aprendimos en la bellísima Oración por los Muertos de la Falange de Rafael Sánchez Mazas que no debíamos odiar al enemigo, lleguemos a la conclusión de que hay que odiar; de que hay que odiar al enemigo -no adversario, enemigo a vida o muerte- y hay que luchar contra él para aplastarlo como al gusano que es. Que sois.Que Dios me perdone, pero ya no le pido la victoria clara, caballeresca y generosa. Le pido que me de odio suficiente para no caer nunca en la tentación del perdón. Le pido una vida suficiente -la justa, ni más ni menos- para vengar con mis manos las ofensas. Para llenarme las manos de la sangre que no tenéis en las venas, y de la mierda que vais esparciendo por el mundo. Le pido a Dios que me de el tiempo y el odio para hacer realidad, en vosotros, la décima parte de todo lo que -en vuestra rabia de perdedores- decís que mis camaradas hicieron. Amén.