martes, 12 de julio de 2011

El asesinato de Calvo Sotelo «¡Esto es la guerra!»

Al conocerse la noticia, estalló una exclamación general:

- “¡Esto es la guerra!”.

Y así, el director de ‘El Socialista’ y luego ministro de la Gobernación bajo la presidencia de Juan Negrín López (18/5/1937), Julián Zugazagoitia, al enterarse de la noticia del líder de las derechas, dijo:

- “¡Ese atentado es la guerra!”.

Julián Zugazagoitia informó de este terrible asesinato a Indalecio Prieto Tura, que estaba pasando el fin de semana en Pedernales, al pie del cabo Machichaco. Prieto exclamó:

- “Julián, ese atentado es la guerra”.

- “Ya lo sé, le respondió el director de ‘El Socialista’, y por eso le pido que se venga a Madrid inmediatamente. Aquí va a hacer falta”.

El presidente de la República, Manuel Azaña Díaz, cuando le comunicaron la muerte de Calvo Sotelo, también manifestó:

- “¡Esto es la guerra!”

Según su cuñado Rivas Cherif, Azaña quedó tocado para el resto de su vida. Según narra Julio Merino en su importante libro “El otro Franco”. Ediciones Espejo de Tinta. Madrid 2005,

[...] No hay que olvidar que don Manuel Azaña... era cobarde por naturaleza (como lo demostró cuando fue detenido el Comité Revolucionario en 1931 permaneciendo escondido a cal y canto durante meses mientras sus compañeros iban a la cárcel y luego en 1934, cuando la sublevación de Companys en Barcelona... y durante los tres años de la Guerra Civil). A este respecto, Indalecio Prieto cuenta en sus “Memorias” que la noche del 18 de julio tenía tal miedo que sólo preguntaba: “¿Y ahora qué hacemos, qué hacemos?”, y cuando el vasco le dijo “¿Ahora?, ahora esperar que entre por esa ventana un obús de las tropas que ya vienen a por nosotros”. Azaña se puso pálido y casi se mete debajo de la mesa...”

El 13 de julio de 1936, el Gobierno clausuró los centros monárquicos, carlistas y anarquistas. Esa misma noche, Indalecio Prieto presidió una delegación de comunistas y socialistas para pedir al Gobierno que repartiese armas a las organizaciones obreras.

El día 14, Prieto escribía en “El Liberal”:

“La trágica muerte del Sr. Calvo Sotelo servirá para provocar el alzamiento... Será una batalla a muerte, porque cada uno de los bandos sabe que el adversario, si triunfa, no le dará cuartel”.

Tras estos hechos pudo haber estado Prieto. El asesino, Luis Cuenca Estevas, pertenecía a su guardia personal. Al mando de la camioneta ‘Hispano-Suiza’ número 17, iba el capitán de la Guardia Civil Fernando Condés Romero, ‘prietista’ incondicional. La lista de los que ocuparon la camioneta, además de esos dos individuos, es la siguiente:

Orencio Bayo Cambronero: Guardia de Asalto destinado al Parque Móvil. Conductor de la camioneta número 17. Federico Coello: Médico afiliado a la Juventud Socialista de Madrid y a la FUE. Acostumbraba a dar escolta a Prieto. Francisco Ordóñez: Amigo de Coello, pertenecía a la junta directiva de la FUE. Santiago Garcés Arroyo. Escolta de Prieto, al que solía seguir en automóvil. José del Rey Hernández: Miembro de las Juventudes Socialistas. Ingresó en la Guardia de Asalto en 1932. Participó en los preparativos para la revolución de octubre de 1934. Tomás Pérez: Cabo de Asalto del cuartel de Pontejos. Aniceto Castro: Guardia de Asalto del cuartel de Pontejos al igual que Antonio San Miguel Fernández, Bienvenido Pérez Rojo y Ricardo Cruz Cousillos.

Indalecio Prieto en vez de denunciar a Condés, lo escondió. Muy sospechoso fue el robo a mano armada del sumario, realizado el 25 de julio de 1938, por milicianos socialistas. En enero de 1937, hubo una amnistía de los delitos anteriores al 15 de julio del 36.

El 16 de julio de 1936, Francisco Largo Caballero escribía en su periódico "Claridad":

“La lógica histórica aconseja soluciones más drásticas. Si el estado de alarma no puede someter a las derechas, venga, cuanto antes, la dictadura del Frente Popular. Dictadura por dictadura, la de izquierdas. ¿No quiere el Gobierno? Pues sustitúyale por un Gobierno dictatorial de izquierdas... ¿No quiere la paz civil? Pues sea la guerra civil a fondo. Todo menos el retorno de las derechas.”

Por Eduardo Palomar Baró.


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