viernes, 18 de noviembre de 2011

Hacer la Marcha de la Corona. Por un militante

La Marcha de la Corona no es sólo un puñado de hombres portando una corona de flores para homenajear a nuestro fundador. Es un camino espiritual en el que cada uno nos encontramos con nosotros mismos y nuestra particular idiosincrasia falangista. Para los que llevamos ya algunos años haciendo este andar, significa muchas cosas.

El comienzo es siempre una vorágine de voces y de pasos marciales por las calles de Madrid mientras nos dirigimos a las afueras. Pero una vez ya fuera de la ciudad y teniendo solo como compañía a nuestros camaradas, el silencio y en ocasiones en lo alto la luz de la luna y las estrellas iluminando nuestro caminar, es cuando entonces nos invaden multitud de sensaciones. Son momentos de reflexión y sosiego, momentos en los que haces balance de muchas cosas. Cuando te diriges a la tumba del fundador de nuestro movimiento a homenajearle y dar novedades, te sueles preguntar si has cumplido mínimamente con el cometido que has hecho este útimo año como falangista y español, es decir, entre otras cosas, si has estado a la altura de las circunstancias. Son momentos también en los que te das cuenta de que hay camaradas que faltan. Camaradas que ya no desfilan a tu lado por la fatalidad de una enfermedad o la desgraciada carretera. Es el caso de nuestro querido camarada Manolo Brants, que con sus pantalones de tirolés a pesar del frío reinante, daba una nota de color a la marcha. No falta como siempre nuestro incombustible Rayito, que pesar de sus carencias de edad y salud no falla nunca, proviniéndonos de buen chocolate cuando nuestras fuerzas decaen. Un referente. Por supuesto el primero de los nuestros, nuestro Jefe Nacional Manolo Andrino, que comandando la marcha no falla nunca ningún relevo. Un ejemplo para todos.

También te invaden otro tipo de sensaciones cuando caminas con tus camaradas. A veces te preguntas si los que nos precedieron en aquellas caminatas hacia el Alto de los Leones, la Sierra de Guadarrama y los voluntarios dirigiéndose al frente del Este en la segunda guerra mundial, sentían también esa especie de camaradería y hermandad que se respira en nuestras filas en esos momentos salvando las distancias por supuesto. Es un recordatorio también de que en algún momento, si las cosas se ponen feas de verdad como antaño, que nunca se sabe, segúramente sean esos mismos de los que están caminando esa noche contigo, los que pudieran estar a tu lado codo con codo en una supuesta trinchera. Es una manera de recordar que a pesar de que los tiempos cambian así como las situaciones, la Falange siempre tendrá un laconismo militar en su estilo del que muchos nos sentimos muy orgullosos.

En definitiva, la Marcha de la Corona es una experiencia positiva para todo aquel que aspire o se considere falangista. Una experiencia única que al menos debería hacerse una vez, para encontrarse con uno mismo y con los tuyos. Con los que sueñan con esa España unida y fortalecida bajo una idea y proyecto común. Con esa España que pensaron nuestros fundadores y que esperamos que algún día allí donde estén, puedan por fin verla en su mayor esplendor, por ellos y por nosotros.

ARRIBA ESPAÑA.


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