domingo, 6 de abril de 2008

Subvenciones,maestros y psicopedagilipollas.....Por Arturo Perez Reverte






Me sigue sorprendiendo
que se
sorprendan. O que
hagan tanto paripé,
cuando en realidad
no les importa en
absoluto. Ni a unos, ni a otros. Y eso que
todo viene seguido, como las olas y las
morcillas. La última —estudio internacional
sobre alumnos de Primaria, o como se llame
ahora— es que el número de alumnos españoles
de diez años con falta de comprensión
lectora se acerca al 30 por ciento
. Dicho
en parla normal: uno de cada tres críos no
entiende un carajo de lo que lee. Y a los 18
años, dos de cada tres
. Eso significa que,
más o menos en la misma proporción, los
zagales terminan sus estudios sin saber leer
ni escribir correctamente. Las deliciosas
criaturas, o sea. El báculo de nuestra vejez.
Pero tranquilos. La Junta de Andalucía
toma cartas en el asunto
. Fiel a la tradicional
política, tan española, de subvenciones, ayudas
y compras de voto, y además le regalo
a usted la Chochona, la manta Paduana y
el paquete de cuchillas de afeitar para el
caballero, a los maestros de allí que «se comprometan
a la mejora de resultados» les van a
dar siete mil euros uno encima de otro
. Lo
que demuestra que son ellos quienes tienen
la culpa: ni la Logse, ni la falta de autoridad
que esa ley les arrebató, ni la añeja estupidez
analfabeta de tanto delincuente psicopedagógico
y psicopedagocrático, inquilino
habitual, gobierne quien gobierne, del ministerio
de Educación.
Los malos de la película
son, como sospechábamos, los infames
maestros. Así que, oigan. A motivarlos, para
que espabilen. Que la pretendida mejora de
resultados acabe en aprobados a mansalva
para trincar como sea los euros prometidos
-una tentación evidente-, no se especifica,
aunque se supone. Lo importante es que las
estadísticas del desastre escolar se desplacen
hacia otras latitudes. Y los sindicatos,
claro, apoyan la iniciativa
. Consideren si no
la van a apoyar: ya han conseguido que a
sus liberados, que llevan años sin pisar un
aula, les prometan los siete mil de forma
automática, por la cara
. Y más ahora que, de
aquí a tres años, con los nuevos planes de la
puta que nos parió, un profesor de instituto
ya no tendrá que saber lengua, ni historia,
ni matemáticas. Le bastará con saber cómo
se enseñan lengua, historia y matemáticas.
Y más si curra en España: el único país del
mundo donde los profesores de griego o latin
enseñan ingles.

Así, felices de habernos conocido,
seguimos galopando alegremente, toctoc,
tocotoc, hacia la nada absoluta. Todavía
hay tontos del ciruelo —y tontas del frutal
que corresponda— sosteniendo imperturbables
que leer en clase en voz alta
no es pedagógico.
Que ni siquiera leer lo
es; ya que, según tales capullos, dedicar
demasiado tiempo a la lectura antes de los
14 años hace que los chicos se aislen del
grupo y descuiden las actividades comunes
y el buen rollito. Y eso de ir por libre
en el colé es mentar la bicha; te convierte
en pasto de psicólogos, psicoterapeutas
y psicoterapeutos.
Cada pequeño cabrón
que prefiere leer en su rincón a interactuar
adecuadamente en la actividad plásticoformativo-
solidaria de su entorno circunflejo,
por ejemplo, torpedea que el día de

mañana tengamos ciudadanos aborregados,
acríticos, ejemplarmente receptivos
a la demagogia barata, que es lo que se
busca. Mejor
un bobo votando según le
llenen el pesebre, que un resabiado culto
que lo mismo se cisca en tus muertos y
vete tú a saber.
El otro día tomé un café con mi compadre
Pepe Perona —«Café, tabaco y silencio,
hoy prohibidos», gruñía—, que pese a ser
catedrático de Lengua Española exige que lo
llamen maestro de Gramática. Le hablé de
cuando, en el cole, nos disponían alrededor
del aula para leer en voz alta el Quijote y
otros textos, pasando a los primeros puestos
quienes mejor leían
. «¿Primeros puestos?
—respingó mi amigo—. Ahora, ni se te
ocurra. Cualquier competencia escolar traumatiza.
Es como dejar que los niños varones
jueguen con pistolas y no con cocinitas o
Nancys. Te convierte en xenófobo, machista,
asesino en serie y cosas así».
Luego me
ilustró con algunas experiencias personales:
una universitaria que lee siguiendo con el
dedo las líneas del texto, otro que mueve
los labios y la cabeza casi deletreando palabras...
«El próximo curso —concluyó— voy
a empezar mis clases universitarias con un
dictado: Una tarde parda y fría de invierno.
Punto. Los colegiales estudian. Punto. Monotonía
de lluvia tras los cristales. Después, tras
corregir las faltas de ortografía, mandaré
escribir cien veces: Analfabeto se escribe
sin hache; y luego, lectura en voz alta: En
un lugar de la Mancha, etcétera». Lo miré,
divertido. «¿Lo sabe tu rector?». Asintió el
maestro de Gramática. «¿Y qué dice al respecto?
». Sonreía mi amigo, malévolo y feliz,
encantado con la idea; y pensé que así debió
de sonreír Sansón entre los filisteos. «Dice
que me van a crucificar.» •
www.xlsemanal.com/perezreverte


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1 comentario:

Ramiro Semper dijo...

Pérez-Reverte es el Larra del siglo XXI.
http://antorchanegra.blogspot.com/