martes, 10 de junio de 2008

EL LOBO YA HA VENIDO Por Jose Maria Carrascal

MOVILIZACIÓN de camioneros, de pescadores, de agricultores, subida del paro, del petróleo, de los intereses, bajada de la Bolsa, del crecimiento, de la confianza. Y esto es sólo el empezar. Cuando esos factores se traduzcan a la economía real, o sea, al empleo y a los precios, como empieza ya a ocurrir, conoceremos las verdaderas dimensiones de esa crisis que el Gobierno sigue negando con testarudez de niño, de loco o de borracho. «El Gobierno conoce el problema y trabaja sin descanso para solucionarlo. Estén seguros de que saldremos adelante», nos tranquiliza la vicepresidenta. Pero aquí, los únicos tranquilos son ellos, porque ni en las carreteras, ni en los puertos, ni en las lonjas, ni en la Bolsa hay el menor rastro de tranquilidad. Todo lo contrario, lo que hay es nerviosismo.
Empezamos a pagar la imprevisión, el despilfarro y las falsas prioridades que José Luis Rodríguez Zapatero impuso en su primer mandato. En vez de ocuparse de los verdaderos problemas del país -una economía totalmente desequilibrada a favor del ladrillo, una productividad raquítica, un peligroso enfrentamiento entre las comunidades-, se dedicó a reformar los estatutos, a negociar con ETA, a desenterrar la memoria histórica, a lanzar la alianza de civilizaciones y otras frivolidades, que no sólo no han resuelto los problemas reales, sino que los han agravado, llevándonos adonde estamos.
Una crisis, sin embargo, no es sólo un peligro. Es también una oportunidad. Es donde se distinguen los verdaderos gobernantes de los meros políticos. Un auténtico gobernante aprovecharía la crisis que se nos viene encima para hacer las reformas estructurales que necesita la economía española, para ponerla sobre bases más firmes que la construcción y la demanda interna, orientándola hacia la productividad, la competitividad, las exportaciones, la investigación, el desarrollo tecnológico, que es donde está hoy la riqueza de las naciones. El cambio no es fácil, ni cómodo, sino complejo y doloroso, pero otros lo han hecho y no hay razones para que no podamos hacerlo nosotros. Siempre que nos convenzan de que podemos hacerlo.
Una de las principales funciones de todo gobierno es la pedagógica, el educar a su pueblo en las realidades, de forma que se adapte a ellas, por duras que sean. Pero hace ya tiempo que he perdido la esperanza de que este Gobierno asuma esa responsabilidad, y su actitud ante las malas noticias económicas que llegan en cascada no hace más que confirmármelo. En vez de educar a los españoles, nos ha malcriado, haciéndonos creer que vivíamos mejor que nadie, lo que en algunos casos era verdad, pero al de haber hipotecado el futuro de todos. Nada de ello, sin embargo, hace apearse al Gobierno de su optimismo. ¿Qué espera? ¿Un milagro? No lo descartaría. A fin de cuentas, el problema del agua se ha solucionado con dos meses de lluvia. El económico puede solucionarse con una lluvia de euros. Tal vez sea la solución que apuntaba la Vice, pese a su laicismo y vestuario.





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