Mucho se ha escrito del 23 de Febrero y mucho se ha escrito en éste Blog también. Como se ha dicho en éste Blog y en muchos sitios y cada año que pasa en más sitios, quedan muchas verdades a medias. Muchos claroscuros, pero quizá uno de los más inquietantes REALmente es aquel que no aclara el porque no se emitió el mensaje REAL hasta la 1.15 de la madrugada, grabado desde las 20.00 y emitido cinco minutos después de que Armada saliese del Congreso y fuese sacado de allí por un Tejero indignado.
Ojalá se aclaren alguna vez tantos enigmas de aquellas horas y se deje de estigmatizar a algunos hombres de Honor que aquella noche actuaron. Pocos, pero algunos hubo. Se deje de tachar de ultras cavernarios a los que fueron simples conejilllos de indias utilizados de forma maquiavélica. Algún día se aclarará que no fue Tejero quien dio el Golpe sino quien FRUSTRÓ EL GOLPE.Será difícil, pero se aclarará, aunque ésta vez no es un simple Super Juez el que caerá y hay muchas personalidades REAL mente implicadas.
Poco más hay que decir, asi que este año terminamos el comentario con las entradas ya hechas en éste Blog:
2008:
- 23-F Y LOS SECRETOS INCONFESABLES, 30 AÑOS DESPUES.
- UN PROGRAMA DE RADIO SOBRE EL 23-F CON JOSE LUIS JEREZ RIESCO DE INVITADO
.....Y en el 2012 y para terminar éste articulo os quiero dejar la carta que escribió en ABC el 23 de Febrero del 2009, Ramón Tejero hijo del Tte Coronel:
"Aquel 23 de febrero de 1981, muy temprano, salimos de casa... Yo sabía lo que ocurriría... Sin embargo, el silencio era la expresión más simbólica del cariño que se puede dar a un padre que en esos momentos atravesaba unos de los momentos mas difíciles de su vida. Había vivido momentos de angustia, de terror. Noches en vela, acompañadas de desconcertados en una España que los españoles desconocían. Noches de zozobra que acompañaban a un hombre al cargo de las tierras vascas y con el encargo de acabar con el terrorismo... Muertes sin compasión de manos de ETA, traiciones de ideales, injusticias, quejas de viudas, órdenes para quemar una bandera que, después, fue legalizada y que causó tantos y tantos muertos...
Todo era incomprensible para un joven que creció con el dolor, la inquietud, el temor y el deseo irrefrenable de una España coherente... Ese joven era yo, ahora sacerdote de Jesucristo, pero sin dejar de ser hijo de mi padre, del cual me enorgullezco plenamente. Aquella mañana del 23 de febrero acompañé a mi padre a la celebración de la Eucaristía en la capilla que hay frente a la Dirección General de la Guardia Civil. Momentos de silencio, de oración profunda, de contemplación sincera de un hombre creyente que sabía cuál era su deber, que conocía las órdenes recibidas y que no quería por nada del mundo manchar sus manos de sangre (como así fue). Un hombre de uniforme, de rodillas ante el Sagrario y el altar del sacrificio: mi padre.
Suponía para mí un ejemplo de gallardía que nadie me hará olvidar, el testimonio fiel de un creyente coherente con el juramento que había hecho años atrás... No había palabras, sólo silencio, recogimiento y oración sincera. Al salir de la capilla, con una mirada penetrante -y me atrevería a decir que trascendente-, contempló la Bandera Nacional y, con voz serena, tranquila y gallarda, me dijo: «Hijo, por Dios y por Ella hago lo que tengo que hacer...». Y, con un beso en la mejilla, se despidió de mí. Un beso tierno de padre, pero que también sonaba a despedida: la despedida de un hombre que teme que no volverá a la vida... y eso pensé yo también.
Y, con el gozo de amar a mi padre con locura, volví a mi casa para acompañar a aquella que simbolizaba -en aquel momento y siempre- los valores de la mujer fuerte de la Biblia: mi madre. Esa gran mujer que ha sabido hacer, de su existencia, una entrega victimal y heroica a Dios, a España y a su familia -valores en los que fue educada a lo largo de todo su vida y que sigue mostrando, en el otoño se su existir, con una entrega amorosa a todos nosotros-.
Pasamos la mañana con serenidad... El silencio era la elocuencia de nuestro pesar, mientras que el tiempo se convertía, segundo tras segundo, en el traicionero «reloj» que nos hacía pensar en aquel momento. No sabíamos más ni menos. Realmente, nos dolía España, mi padre y el momento en sí; aunque nos tranquilizaba la certeza, según nos habían dicho, de que el Rey apoyaba y ordenaba tales hechos. Era un acto de servicio más, en un momento crítico, por el cual atravesaba nuestra Patria. Y pasó lo que toda España conoce y lo que los medios transmiten (aunque no con toda la veracidad que debieran). No voy a entrar en polémica... ni quiero, ni debo. Pero sí deseo aclarar algunos puntos que conozco, que siento míos y que viví con intensidad aquella noche. Y deseo hacerlo desde el sosiego, desde la paz que, cada día, me regala Cristo y desde la serena sabiduría de los años que te hacen asentar pasiones y discernir la verdad como realidad de la vida.
No voy a revelar nada del 23F, el silencio de mi padre me obliga a callar. Sin embargo, no puedo dejar en el olvido las grandezas de un gran hombre.
Es por ello que, ante las distintas informaciones y publicaciones de estos días en distintos medios de comunicación, quiero y deseo expresar lo siguiente: mi padre es un hombre de honor, fiel a sus principios religiosos y patrióticos; es coherente y sincero. Es un militar de los pies a la cabeza, consciente de sus responsabilidades, entregado a sus hombres. Es un hombre cumplidor, trabajador hasta el extremo, leal ante el significado de la palabra juramento y fiel al mismo. Es un hombre sereno, sencillo, disciplinado y amante de la verdad. No es violento, ni agresivo. Es templado, sensato, sereno, inteligente y capaz de discernir con coherencia una realidad aparentemente absurda e incoherente como parece que fue el 23F. Es un marido ejemplar. Un padre extraordinario. Un hombre excepcional. Un amigo fiel. Un español honorable y un cristiano sincero y veraz. Mi padre es mi padre. Me duele la falta de información y coherencia. Me duele ver cómo todos aprovechan el «silencio» de un hombre para intentar destruirle... quizá por miedo a su palabra... Me duelen tantos programas y tan poca veracidad...
Quiero a mi padre con locura. Es por ello que ruego y aliento a todos aquellos que creen en la libertad de expresión, para que sean tan audaces y coherentes como para publicar estas pobres palabras que tan sólo manifiestan los sentimientos de un hijo por su padre.
Un hijo que se siente orgulloso de su padre y de que éste se llame: Antonio Tejero Molina.
Ramón Tejero Díez "
5 comentarios:
Un hombre de Honor
Esa carta anda también por mi blog. Y dice mucho, no solo de Tejero o del 23F. Todo 'sin decirlo'.
De todos modos aquello está claro como el agua. Hemos tenido tiempo de sacar conclusiones, las lógicas conclusiones porque no hay alternativas razonables a lo que se concluye si se piensa un poco, si se quiere pensar lo suficiente.
... y que luego han confirmado los hechos, las poses y la corta historia de este postgolpismo. Golpe que fue un éxito... para ellos. Luego han venido otros Golpes de Estado y todos con éxito.
Bueno. Un saludo
Claro que sì,un hombre de honor y mucho màs.Para los que lo conocemos y vivimos sus momentos de cautiverio fue todo un ejemplo a seguir.
Cada vez va estando más clara la autoría borbónica en el 23-F. Se pretendía un "golpe de timón" para fortalecer el nuevo régimen partitocrático que ya entonces se estaba revelando como una merienda de negros incapaz de poner freno a los problemas que el propio sistema estaba contribuyendo a generar: terrorismo, paro, delincuencia, etc...
La idea era un gobierno de concentración con presencia de todas las bandas y clanes parlamentarios: socialistas, comunistas, memocristianos y demás. Es normal que un hombre de honor como el Tcol. Tejero, cuando se dio cuenta del enjuague, se negase a continuar, frustrando así la borbónica asonada.
Aunque parezca mentira el 23 F cumplio con su cometido.
Los partidos politicos y sus repelentes jefecillos se pusieron las pilas tras verle las orejas al lobo y durante unos años anduvieron con pies de plomo, bajaron el diapason independentista y hasta se comportaron...hasta que se les olvido.
La lastima es que estupendos jefes y generales del ejercito pagaran con su salud, con su carrera y con su libertad una trastada Borbonica.
http://lapoliticadegeppetto.blogspot.com/
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