CARTA A OTEGUI Y A DOÑA SONSOLES

A OTEGUI:

Mucho me alegro de su decisión, señor Otegui, de dejar de comer. Le vendrá bien, se lo aseguro; porque los hombres, a medida que cumplen años, aún aquellos de cuerpo más serrano, tienden a ponerse algo fondones. Y la gordura en los hombres es de lo más desagradable; porque las mujeres, que también engordamos con los años, repartimos la grasa por todo el cuerpo; aunque el trasero, muslos y tripa salen ganando; pero es que a ustedes, y sobre todo a los machos como usted, se les pone todo en la barriga cervecera. Y eso queda muy mal. Así que estos días de cura de hambre después de los desmanes navideños; créame, le vendrá de perlas. Dicho esto; tampoco tengo yo muy seguro de que siga la huelga a rajatabla, porque no le veo a usted cara de voluntad, en todo caso de amargado, de resentido y de perpetúa mala baba. Ojito con los bocatas de jamón, y si se zampa alguno, que sea de York; nada de jamón de Jabugo, que eso es muy español y ya sabemos que lo español a usted le da urticaria. Tranquilo, no se va a morir aunque haga régimen unos días, ya le dicho que le vendrá bien; se le quedará un tipo fantástico; lo que no creo que le mejore es la cara, porque la tiene de mala persona y eso no cambia; se nace y se muere con ella. En cualquier caso, las victimas de sus amigos los etarras si que no pueden comer, ni pasear, ni reír, ni siquiera llorar. Me despido ya, señor Otegui. Que Dios, en su infinita sabiduría, le dé a usted lo que sin duda merece.

A DOÑA SONSOLES:

Me va a permitir que esta carta se la escriba a usted con varios encargos para su señor marido, ya que él anda por Davos volviéndoles locos a todos los que por allí han ido. Verá usted, doña Sonsoles; esta mañana me he llevado un enorme disgusto al saber que en vez de jubilarme a los 65, me tocará currar dos años más. Y dirá usted que me quejo de vicio, y hasta puede que tenga razón. Pero es que me subleva bastante que un partido que lleva en sus siglas la palabra OBRERO, esté tan en contra de los trabajadores. Esto se puede esperar de un gobierno de derechas, que ya se sabe que los fachas solo miran por sí mismos; pero de una persona tan progresista y con tanto talante como el padre de sus niñas; mujer, quite, por Dios; en la vida lo hubiera yo pensado. Pero claro, esto se veía venir, porque tanto jubilar en las grandes empresas a la gente a los 52 años, tanto paro y tan pocos niños que nacen, los que tengan la suerte de tener trabajo, tendrán que dar el callo hasta que se les caiga la baba de viejos. Bueno, los catedráticos de universidad llegarán a dar su clase magistral con el andador, y mientras no les visite ese señor que llaman Alzheimer, todo irá bien. Pero lo peor lo barrunto yo para los albañiles, los fontaneros, los camioneros, las señoras de la limpieza, las camareras de piso, pobrecillas, con 67 años y haciendo veinte habitaciones diarias. Esto es la repanocha, qué quiere que le diga. Y viniendo la ocurrencia, porque me niego a llamarle idea, de quien viene, pues más risa da. Porque entre nosotras, a su marido de usted el trabajo...más bien como que le huye. Todavía recuerdo cuando pospuso la reunión con el presidente polaco porque el día anterior había tenido una sesión agotadora en el Parlamento. Pues nada, doña Sonsoles, que si usted lo tiene a bien, comente estas tontas reflexiones mías con don José Luís, a ver qué le parecen. Un besito a las nenas, y vístalas usted de blanco cuando llegue a primavera, mujer, que le quedarán muy monas.

DE MI AMIGA LIVIA