Las actuales condiciones del trabajador hacen que -aún cumpliendo todas las leyes y reglamentos, lo que es mucho decir-, el ser humano no tenga ningún valor. Si uno se accidenta, ya corre la Seguridad Social con los gastos; si uno se muere, hay miles esperando pacientemente el turno para salir de las listas del paro, aunque sea por un par de meses.
Incluso ahora, según el Tribunal Supremo, una empresa puede despedir tranquilamente a un trabajador que esté de baja por enfermedad. Ya no será despido nulo; simplemente, despido improcedente que se saldará con la calderilla de una indemnización. Dicen los sindicatos al uso que esta sentencia del Supremo nos coloca peor que en 1994. Si les quedara algo de vergüenza, dirían que nos coloca peor que en la denostada etapa franquista, cuando bajo ningún concepto se podía despedir a un trabajador por estar enfermo. Pero es que entonces las personas eran personas, no simple mercancía que comprar y vender en el mercado de trabajo.
Y lo que esta sentencia autoriza no es el despido de esos trabajadores que todos conocemos y que siempre están enfermos; lo que bendice, es el despido de cualquier trabajador que esté de baja. Lo mismo da que haya sufrido un infarto o que haya tenido un accidente -incluso laboral-; es una máquina defectuosa, así es que se tira a la basura y se compra otra.
Antes, si un trabajador -y trabajadores somos todos, cada cual en su puesto- se rompía un hueso estando de vacaciones, la baja las interrumpía y quedaban disponibles para disfrutarlas tras la recuperación. Ahora, si un trabajador se rompe un hueso -o coge la gripe- tendrá que pedir vacaciones para recuperarse y que no le echen por estar enfermo y haber perdido interés para la empresa.
Esta es la política social del liberalcapitalismo socialista. Un gran triunfo del PSOE y de los sindicatos de clase UGT y CCOO, que tampoco han tenido empacho en firmar acuerdos de flexibilización del mercado y abaratamiento del despido con el PP.
Bien mirado, casi es preferible el antiguo y bochornoso tráfico de seres humanos. Porque el dueño de un esclavo tenía la obligación de cuidarlo, alimentarlo, vestirlo, incluso educarlo. Y no sólo porque así lo dispusiera la Ley, sino porque -al ser una propiedad- el primer interesado en conservarla en buenas condiciones era el dueño: una propiedad que no se cuida se deteriora y pierde valor.
Incluso, llegado el momento de no valer para nada, prefiero que me ultimen de una vez, a que me dejen en manos de unos fulanos a quienes, encima de matarme, debo pagarles el sueldo.
Si; creo que, de mayor, quiero ser esclavo....
Incluso ahora, según el Tribunal Supremo, una empresa puede despedir tranquilamente a un trabajador que esté de baja por enfermedad. Ya no será despido nulo; simplemente, despido improcedente que se saldará con la calderilla de una indemnización. Dicen los sindicatos al uso que esta sentencia del Supremo nos coloca peor que en 1994. Si les quedara algo de vergüenza, dirían que nos coloca peor que en la denostada etapa franquista, cuando bajo ningún concepto se podía despedir a un trabajador por estar enfermo. Pero es que entonces las personas eran personas, no simple mercancía que comprar y vender en el mercado de trabajo.
Y lo que esta sentencia autoriza no es el despido de esos trabajadores que todos conocemos y que siempre están enfermos; lo que bendice, es el despido de cualquier trabajador que esté de baja. Lo mismo da que haya sufrido un infarto o que haya tenido un accidente -incluso laboral-; es una máquina defectuosa, así es que se tira a la basura y se compra otra.
Antes, si un trabajador -y trabajadores somos todos, cada cual en su puesto- se rompía un hueso estando de vacaciones, la baja las interrumpía y quedaban disponibles para disfrutarlas tras la recuperación. Ahora, si un trabajador se rompe un hueso -o coge la gripe- tendrá que pedir vacaciones para recuperarse y que no le echen por estar enfermo y haber perdido interés para la empresa.
Esta es la política social del liberalcapitalismo socialista. Un gran triunfo del PSOE y de los sindicatos de clase UGT y CCOO, que tampoco han tenido empacho en firmar acuerdos de flexibilización del mercado y abaratamiento del despido con el PP.
Bien mirado, casi es preferible el antiguo y bochornoso tráfico de seres humanos. Porque el dueño de un esclavo tenía la obligación de cuidarlo, alimentarlo, vestirlo, incluso educarlo. Y no sólo porque así lo dispusiera la Ley, sino porque -al ser una propiedad- el primer interesado en conservarla en buenas condiciones era el dueño: una propiedad que no se cuida se deteriora y pierde valor.
Incluso, llegado el momento de no valer para nada, prefiero que me ultimen de una vez, a que me dejen en manos de unos fulanos a quienes, encima de matarme, debo pagarles el sueldo.
Si; creo que, de mayor, quiero ser esclavo....
Pero vamos,todo esto da igual y el 1 de Mayo los aborregados trabajadores saldran(cada vez menos,es cierto)a celebrar que sus sindicatos se lucran a costa de ellos,comeran la tortilla y el Lunes a trabajar,pero que tengan cuidado de no enfermar ya que los sindicatos con los que han celebrado el 1 de Mayo,no moveran un dedo cuando les despidan por estar de baja.
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